7 sep 2008

Entrevista a Oscar Wong

Escrito por: Patricia Rosales
"Busco dejar por lo menos una línea a la historia de la literatura".

Óscar Wong vive en su wongnasterio. Decenas de colgantes que penden del techo suenan al paso del viento. Dos peces beta nadan en círculos a un lado del comedor. Pinturas de Balam, Álvarez Amaya, Jesús Urbieta, Felguérez, Leticia Ocharán, Dolores Carrillo y de Giomar Wong adornan las paredes de su casa; las vitrinas están repletas de vasijas, floreros, lámparas y adornos originales de China. Él mismo viste una elegante casaca negra y es, como sus compatriotas, cálido y sonriente.

Apasionado de la estética, estudioso de la filosofía y de la historia, repuso en broma que El secreto del verso, el nombre de uno de sus libros, es el té de jazmín y el café chiapaneco que ofrece en sus talleres; se define como un poeta exigente que busca alcanzar metas altas, "que la línea se me rebele, de pronto se puede dar. No sé si algún día lo consiga, pero soy muy ambicioso porque mis raíces son orientales y mayas. En mi pueblo no había bibliotecas ni fui a talleres, por lo tanto no me echaron a perder".
Describió que el rasgo más importante de su personalidad es la búsqueda de la perfección: "Es una característica que a veces raya en la soberbia. Soy Virgo y del año de la rata, por lo tanto me exijo mucho. No me gustan los descuidos gramaticales. He trabajado en editoriales y en imprentas y soy muy acucioso, capto inmediatamente si faltan acentos o si hay errores ortográficos. Por lo tanto, si yo me exijo estoy obligado a hacerlo con los demás. Una amiga me dijo que yo era un orfebre del verso porque lo burilo y lo pulo, pero lo que básicamente estoy buscando es la sonoridad, la visualización y el contenido. Sí, me exijo mucho".
¿Cuál es el secreto del verso?
El té de jazmín y el café chiapaneco que doy en mis talleres..., aunque realmente es el ritmo el que se fundamenta a partir de la emoción, ésta lo dispara en combinaciones de sílabas, medidas y métrica con una intencionalidad. Los manuales de versificación explican lo que es una elegía o una oda y cómo se construye, pero nunca especifican el porqué; yo, en cambio, expongo que el verso es un código rítmico, es la oralidad, es un sollozo en el que se alargan y acortan los versos y se crean poemas de siete y de once sílabas. Tampoco describen que un himno es un decasílabo porque tiene un ritmo marcial, épico.
Lo interesante es que me apoyo en lo que algunos llaman mitos. Robert Graves dice que en el mito hay un trasfondo real, y que con el paso del tiempo todo se va modificando y trastocando, esto es, que se llega a las traiciones orales o a una especie de teléfono descompuesto. El secreto es la combinación que doy de estos elementos iniciales junto con el ritmo, que se originó alrededor de un tótem durante los cantos tribales y después llegó a los griegos, quienes le agregaron los famosos pies rítmicos que también vienen de los cantos y bailes. El origen de la lírica en lengua española lo explica Pedro Henríquez Ureña en Antología de la versificación española.
Óscar Wong considera que por su descendencia china y maya, los ideogramas chinos tienen importancia en su formación porque lo concilian con la visualización de la imagen, con el contenido y con un ritmo. "Muchos dicen que mi poesía no tiene elementos orientales. Se equivocan porque yo sí los visualizo. De ahí parto para afirmar que la imagen poética es el concepto: yo me ocupo de la oralidad divina como la llamaron los hebreos, esta conciliación del logos pitagórico (música y número) y el logos socrático (contenido). En la poesía y en la cábala se da la conciliación de ambos logos, y en mi caso mi obra parte de una emoción".
¿Cuándo se descubrió poeta?
Todavía no lo descubro. Cuando iba en la secundaria en Chiapas (tenía doce años de edad) el maestro de literatura nos pidió un texto en homenaje al director de la secundaria, quien falleció. Mi escrito fue elegido para que se leyera en los funerales y ahí me di cuenta de la facilidad que tenía. Después viví el bazookazo en la prepa tres de San Ildefonso y aparecí en los periódicos como comunista y trotskista. Por esa época habían matado a John Sosa, un chino guerrillero de Guatemala y a mí me pescaron y me acusaron de maoísta y todas las demás "istas". Por fortuna salí una semana después y me fui a Tonalá, mi pueblo en la costa de Chiapas, donde encontré a una niña a la que empecé a escribirle poemas y a publicarlos en un periódico semanal; esos fueron mis primeros escritos, espero que el enemigo no los encuentre.
¿Qué sueños permanecen?
Vicente Huidobro dice en Altazor que él es el poeta del siglo XX y armó una teoría acerca del creacionismo. Yo no llego a tanto, no voy a postular el Wongorismo, pero lo que sí estoy buscando es dejar por lo menos una línea a la historia de la literatura. Últimamente me he dedicado más al poema de largo aliento, un poema épicamente lírico. Busco ser un poeta no mentiroso, la poesía puede llegar a ser una experiencia y una revelación espiritual.
Tallerista desde hace años, que es a la vez su medio de manutención, dijo que parte en sus clases de la versificación en lengua española y enseña a la gente a ser muy humilde. "A mis alumnos les digo que sean honestos consigo mismos, que no se comparen con nadie y que no hay que esperar nada para que nos llegue todo, como señala Quevedo en una línea excelente: ‘humilde aguardo y con soberbia pido’, mientras que Ezra Pound recuerda que así como los pianistas se pasan 14 horas entrenando, así el poeta debe aprender todas las herramientas para que en un momento dado, cuando la inspiración, la musa o la misma vida los llame, tengan qué dar.
“La poesía es experiencia de vida, emoción, sensibilidad y un ejercicio de inteligencia que nos lleva a la revelación espiritual y profunda. La poesía no se enseña, se disfruta. Lo que muestro en mis talleres es el código, la versificación, la metáfora, la visualización y los insto a volver a los clásicos, porque si no lo empezamos a hacer ¿cómo vamos a crear un Whitman, un Dante? Hay que empezar a leerlos.
“Los cabalistas citan cuatro niveles de interpretación del texto sagrado, yo llamaría el texto consagrado y a la poesía el texto sagrado. Hablan del nivel literal (de letra), hay poetas que ni siquiera lo alcanzan; un segundo nivel es el ético-moral o pedagógico, un tercero es el simbólico o alegórico. Paz tomó la garrocha lírica, se aventó, llegó arriba y se vino resbalando. El cuarto nivel es el místico y en México José Gorostiza, con su Muerte sin fin, tomó la garrocha y él si se quedó arriba".
“Que me perdonen todos mis compañeros, pero en México no tenemos un Rilke o un Dante. Nos falta mucha humildad y trabajo de fondo. Hay que trabajar en los textos clásicos. A muchos que se autodesignan intelectuales, yo los llamo 'intelecuáles', porque les falta cultura humanista. Debemos tener metas muy altas para rebasar la media nacional que es de mediocridad. El nuestro es un ámbito sagrado porque la poesía es sagrada y se debe cuidar la calidad de los talleres literarios que andan por ahí.
Pese a los vaivenes sociales y políticos, usted mantiene una posición democrática...
Desafortunadamente los grandes luchadores de la izquierda ya fallecieron, por ahí quedan algunos como Arnoldo Martínez Verdugo. En lo que no estoy de acuerdo es en el deporte que practican algunos senadores y diputados que andan de trapecistas, brincando de un lado a otro cuando se enojan con el líder de turno. Y lo hacen porque al parecer no tienen ideales ni convicciones. Eso ha hecho que la gente se disperse mucho. Desafortunadamente no hay preparación y pocos revisan la historia de México. Los "intelecuáles" no leen y quienes andan en el ámbito de la crítica y de la comunicación deberían ponerse a leer.
Autor de Razones de la voz, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, que se agotó el mismo año de su publicación en 2002, obra galardonada con el Premio Poesía Ciudad del Carmen, en Campeche, respondió que sí ha ejercido su labor con plenitud. “Tengo más de treinta años en esto --publiqué mi primer texto en 1974, Eso que llamamos poesía -y con mis libros me he acercado al texto épicamente lírico, soy feliz. Entre mis tareas pendientes está escribir el 'poema', el que diga realmente lo que estoy sintiendo en el ámbito espiritual para poderlo cantar". Cuenta con una decena de libros: "Soy muy lento para publicar, no para escribir. Estoy por editar una antología de Chiapas y por reeditar El secreto del verso, trabajo que hice para el IMSS y publiqué en 2004, ya se agotó, mucha gente da cursos con ese método que armé cuando me invitaron a dar el primer taller. Tengo alumnos que han ganado premios nacionales y reconocimientos”.
Recordó que Francis Ponge dice que hay que escuchar en silencio, olfatear el musgo y sentirlo: "Me gustaría volver a tener la mirada inocente del niño para poder cantar lo que la vida ofrezca".
Siempre habrá poesía, respondió por último: "Lo dijo Bécquer, 'podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía', que es la que canta la vida, la existencia. Se deben retomar las sesiones de lectura de poesía como hace tiempo se hacía en Bellas Artes y cada quien, desde su ámbito, picar piedra, revisar nuestro trabajo a conciencia y si se quiere realmente innovar, hay que empezar desde el principio, porque las vanguardias responden a una necesidad de expresión".
Publicado en: http://www.clubdebrian.com/

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